Míralo. Este es mi osito. Es EL osito. No tiene nombre ni tampoco quiero ponérselo. Él siempre me ha acompañado. Me lo regalaron el día que nací y desde entonces no ha salido de mi vida. Y tengo la certeza de que nunca lo hará, lo cual resulta un enorme alivio. Siempre ha estado ahí, a veces ha sido el rey de mi cama, a veces no lo he tratado bien. No tiene hocico porque de pequeña se lo arranqué, aunque no lo recuerdo como una experiencia traumática para mí, a pesar de ser una salvajada en el mundo adulto, y él tampoco me lo ha reprochado nunca, sino que siempre ha mantenido su sonrisa interior, escondida detrás de esa mirada silenciosa.
Él es un osito ecléctico, tiene manchas multicolores por todo su cuerpo y es rosa apagado -por el paso del tiempo-, aunque no penséis que es homosexual, pues aquí no se trata de etiquetar (aunque me hubiera dado igual). Entre nosotros hay una relación libre de todo, el me quiere no porque sea una chica, sino porque soy una persona, y yo le quiero a él como osito que es. No existen todos esos ruidos del mundo de los humanos.
Me ha visto en todos los estados de ánimo por los que he pasado a lo largo de mi (casi) primer cuarto de vida. Él ha escuchado las palabras que no he pronunciado pero que las he soltado de alguna forma, y las ha captado y en silencio me ha comprendido. Ha sido realmente una suerte que él se cruzara en mi vida este pensamiento es correspondido también por su parte, así me valora más y se da cuenta de que perderme sería una tontería enorme. Poco a poco he ido construyendo mi amor hacia él. Me ha visto en todo tipo de situaciones y aún así siempre me ha apoyado, hiciera lo que hiciera (no penséis que soy una mala persona, sino nuestra relación no sería tal y como es).
Ha logrado sobrevivir y ha aguantado a mi lado, todo el paso del tiempo que se refleja en sus ojitos llenos de ralladuras, que muestran las miles de aventuras que ha vivido junto a mí. Ha sobrevivido a las Barbies, los Ponys, la Game Boy y los juegos de mesa lo cual lo considero todo un logro ya que siendo hija única tenía sobreestimulación de juguetes en mi cuarto, aunque a veces las cosas más simples son las que mejor funcionan y más divierten, sin complicaciones. Esto hace que mi admiración hacia él crezca cada día y que nuestra mutua confianza sea sólida y estable.
Es, junto con mis padres, el ser que ha estado más tiempo conmigo, y aunque el tiempo pasa y las relaciones van cambiando, la nuestra se ha hecho realmente fuerte y siento que nunca me abandonará ni yo a él. Aquí el miedo al abandono no existe.