El último libro que me acabo de leer se titula “El guardián entre el centeno”. Supongo que alguna vez habréis escuchado hablar sobre él. Es una obra muy famosa del escritor Jerome David Salinger.
Antes de empezar haré una aclaración: si tienes pensado leerte el libro, no continúes leyendo esta entrada porque voy a hablar sobre él y sobre su argumento. Hay gente que no le gusta nada que se le hable ni chispa sobre un libro o una película porque dice que “se la arruinas” o cosas así; a mí siempre me ha gustado oír lo que dice la gente sobre las películas o libros aunque me cuenten el final porque siempre me quedo con la intriga de cómo lo harán en la trama para que toda la historia desemboque en ese punto. Además, uno siempre ve películas o lee libros y los interpreta irremediablemente de forma subjetiva y por eso puedes ver si la persona que te habló bien o mal de la peli o el libro en cuestión la ha entendido como tú.
El libro trata de un chico en plena juventud, Holden Caulfield, que acaba de ser expulsado de un colegio privado donde se aburría como una ostra y piensa que todo el mundo es terriblemente falso. A la vez que explica todo lo que le ocurre a raíz de este suceso, expone su forma de entender el mundo en plena efervescencia juvenil. El chico en cuestión es un mentiroso, holgazán y está todo el día criticando a todo el que pasa por delante de él. Nunca está a gusto con nada y nadie merece la pena. Incluso su hermana pequeña, una chica observadora y muy inteligente, se lo llega a soltar en la cara y le pregunta si hay algo que realmente le guste hacer o alguien que le caiga bien. Demuestra rebeldía en cada uno de sus pensamientos, típica de la juventud y de los años en los que uno empieza a descubrir el mundo y a entenderlo todo. Pensamientos típicos como “soy diferente y nadie me entiende” o “me siento terriblemente solo”, impregnan toda la novela.
Otro rasgo que me ha llamado mucho la atención es que no habla para nada de su futuro, no sé exactamente si es porque el escritor no quiso entrar en detalles sobre su futuro o porque realmente lo hizo a posta para hacer ver que a Holden le importaba un pimiento. Lo cierto es que es una forma de ver la vida muy característica de la juventud, el no pensar en el futuro, el vivir el ahora y sin pensar demasiado en las consecuencias. Yo misma pienso muchas veces así, y me agobio fácilmente pensando en las responsabilidades que tendré en el futuro, por ejemplo con tener un baby y con tener que pagar todos los meses letras de coches y de casas y de todo.
El libro está escrito de forma clara y amena, la lectura se hace bastante ágil y te llega a enganchar mucho la forma de contártelo todo con un lenguaje dejado y lleno de palabrotas y expresiones de chico adolescente que llenan todo el relato. Esa es una de las cosas que más me gusta del libro. No las palabrotas, sino la capacidad del escritor por adaptar esa mentalidad y poder captar toda la esencia de los adolescentes para lograr recrear perfectamente el mundo de ese chico. Siempre me ha encantado la gente que, teniendo un conocimiento muy extenso sobre un área o siendo expertos en alguna materia, logran bajar hasta un nivel “inferior” y explicártelo todo de forma simple y que logres entenderlo. Me parece increíble o como diría el prota “me deja sin palabras”.
Por contrapartida, se muestra igualmente su dulzura y su punto blandito. Me gusta cuando habla de las chicas porque casi todas las que conoce le caen bien o son buenas, pocas veces dice algo despectivo contra alguna y cuando lo dice, lo dice con toda la razón.
Y mientras escribo esta entrada, y con la misma rebeldía que el protagonista de este libro, me estoy cagando en la mierda de las vuvuzelas esas – mi madre las llama “buganvillas”, no sé exactamente de dónde ha sacado eso-, esperando que por fin el mundial pase.
Por cierto, la ilustración es de Walther Sorg