viernes, 27 de agosto de 2010

Esta Dulce Vida








"Deberíamos vivir fuera de las pasiones, los sentimientos. 
En la armonía de la obra de arte lograda. En ese orden encantado. 

Deberíamos amarnos tanto como para vivir fuera del tiempo, distantes. 

Distantes."

viernes, 13 de agosto de 2010

El consumo me consume



martes, 10 de agosto de 2010

Los Puentes de Madison



Siempre que leemos este título nos viene a la mente la típica película empalagosa de amor, que siempre evitas ver porque muchas veces son fantasiosas o demasiado irreales o simplemente… no la tragas. Yo pensaba lo mismo antes de verla, ahora me parece una maravilla de película, de estás de las que piensas “ya no se hace cine así”.

Es una película dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por él y por Meryl Streep. La película es una maravilla por los actores que tiene. El ritmo se hace cada vez más suave, pausado, logra crear una atmósfera intimista pero sin agobios ni besuqueos excesivos.

Por lo que respecta al argumento no voy a comentar nada, más que nada porque haría pensar a la gente que lee esto una cosa que realmente no es. Si, es una película de amor, pero las películas no triunfan por su argumento (que a veces ayuda) sino por el feeling que se da entre el espectador y la película, por los pequeños detalles, por las miradas, por el tono de voz de los actores, los roces y los movimientos de los personajes, el ritmo y la sensación de que todo marcha acorde. Es ese pequeño universo que se crea dentro de la película y que te absorbe el que hace que una película triunfe.

En esta película Meryl Streep se sale, sencillamente cada gesto que hace lo dice todo sobre su estado de ánimo, del mundo en el que está atrapada, de lo sola que se siente. Hace que te estremezcas y se te ate un nudo en el estómago, te pone, al igual que a los protagonistas, entre la espada y la pared. Son decisiones difíciles que hay que tomar. Y, mirándolo bien, excepto peculiaridades del argumento, es una situación bastante común en la actualidad. Se trata, en el fondo, de configurar tu vida y configurarte a ti misma.

Él le enseñó el mundo que existe fuera de las fronteras de su casa, e hizo que se descubriera a sí misma. Hizo que se re-descubriera como una mujer, mirándose delante del espejo y sintiendo dándose cuenta de lo que realmente es, una mujer guapa, una mujer con un mundo interior increíble. Él le hizo ver que hay mundo fuera de esa casa y que ella puede formar parte. Él le hizo ver que existe la libertad.

Pero es una encrucijada. Esos días lo fueron todo para ella. Sólo se muestra una cara de la moneda. Como decía Neruda, “es tan corto el amor y tan largo el olvido”. Eligiera lo que eligiera ambos sufrirían, pero eligieron lo que más daño provocó a ambos, eligieron sufrir para el resto de sus vidas, en vez de ser felices y comer perdices. Él le pide que se marchen juntos pero siempre hay algo que te dice que es mejor que no se fuercen las situaciones. Que es mejor que todo siga como hasta entonces, que es mejor que tus sueños sigan en tu mundo interior.

¿Y qué le queda a ella? Esos sentimientos, esas sensaciones que recorrían todo su cuerpo cada vez que él pasaba sus manos por su piel, sentimientos que en su momento eran indecibles, indescriptibles porque no había palabras suficientes para describir todo ese universo que estallaba delante de sus ojos, no podía acotarse al simple lenguaje humano. Era mucho más, no eran de este planeta humano.

¿Y qué le queda a ella? Sólo le queda enterrar todos los recuerdos, comenzar a echar arena encima y bajar al mundo terrenal, a su marido, a sus hijos a ”su vida hecha de pequeños detalles” , al anonimato, a ser una más en esa extensión de tierra perdida en medio de la nada, a seguir colgada para el resto de su vida de los sueños que nunca podrá llegar a realizar, a sacrificarlos por una vida “normal”, a que no chismorreen de ella, a que la sociedad siga imponiendo sus reglas, a lo establecido, a lo estándar.

¿Y qué le queda  ella? La certeza de saber que aquello, por lo menos, pasó  de verdad. Y la certeza de saber que hay otra persona en el mundo que también quiso una vez quererla para siempre. 

"Los viejos sueños eran buenos sueños. No se realizaron pero me alegro de haberlos tenido"

lunes, 9 de agosto de 2010

Consumidores en la Moderna Sociedad Líquida

mikebertino.com

Para Baumann, el consumismo imperante en nuestra sociedad es el pilar básico que rige nuestros actos y comportamientos dentro de la misma. Todo en nuestras vidas gira en torno a consumir, a lo fugaz, a lo instantáneo, y no solo en los temas relacionados con los bienes y servicios que se nos ofrece sino que estas actitudes han “colonizado” todas las áreas de la sociedad; las fronteras se vuelven mas difusas, y el “consumismo líquido” comienza a penetrar en áreas tan privadas como las relaciones personales, el cuidado del cuerpo…

Es precisamente aquí donde surgen las contradicciones que él intenta reflejar. A pesar de que vivimos en una época de grandes avances científicos y que podemos controlar mas nuestras vidas y tener mas información sobre nuestro entorno y nosotros mismos, esta vorágine de consumismo disparado que nos inculcan las grandes empresas publicitarias hace que cada vez nos sintamos con mas incertidumbre por ejemplo, a la hora de cuidar nuestro cuerpo. El individuo vive en una sociedad en la que es constantemente bombardeado por anuncios sobre un cuerpo perfecto y sobre cómo lograrlo pero a pesar de prometernos formulas mágicas para llegar a la perfección (la cual obviamente nunca es alcanzada), logran crearnos una adicción a la insatisfacción de no conseguir nunca llegar a la meta.

Por otro lado, está el tema de las relaciones personales las cuales por un lado, las necesitamos en un mundo que continuamente está cambiando, pero por otro lado, el consumismo nos incita a deshacernos de relaciones demasiado tediosas o largas para soportarlas, son relaciones de “usar y tirar” al igual que todos los productos que nos venden los anuncios de televisión. 

También el Estado actúa en esta sociedad con algunas contradicciones: mientras que por un lado suministra la dosis de satisfacción potencial de las necesidades para todo le mundo, éste establece una línea o muralla señalando los que están dentro y por lo tanto forman parte del juego y los que están fuera, los marginados, que se sitúan fuera del sistema.

En conclusión, el consumismo tiene dos caras: la cara que vemos todos los días en los anuncios y tiendas que se concibe como lo bueno, lo nuevo, lo que definitivamente nos va a da la felicidad plena, y por otro lado, desestabiliza nuestros pilares básicos de actuación en la sociedad y penetra en todas las áreas y rincones de la sociedad y trastoca nuestros parámetros básicos de actuación para seguir alimentándose, como una bola de nieve que se va haciendo cada vez mayor conforme rueda a mas velocidad.



domingo, 8 de agosto de 2010

Cinéfila

"Si lo conoces... en tus sueños"


"Amelie tiene de repente la extraña sensación de estar en total armonía consigo misma, en ese instante todo es perfecto, la suavidad de la luz, el ligero perfume del aire, el pausado rumor de la ciudad. Inspira profundamente y la vida ahora le parece tan sencilla y transparente que un arrebato de amor, parecido a un deseo de ayudar a toda la humanidad la empapa de golpe"

miércoles, 4 de agosto de 2010

El apartamento

"Hay víctimas y aprovechados. Es el sino de cada cual y no tiene remedio"


He visto un par de películas de Billy Wilder y la verdad es que me estoy aficionando a este pedazo de director. Una de sus mejores obras es “El apartamento” que se estrenó en 1960.

La película se puede interpretar desde dos primas diferentes: por un lado es una crítica a la sociedad burocratizada y cada vez más compleja que estaba en plena ebullición en la época en que se hizo la película. Esa oficina tan representativa en la que no se ve donde acaba a causa de los millones de escritorios donde miles de personas sin cara y sin nombre trabajan, trabajan y trabajan solo para producir más. El sistema de producción en masa ideado por Taylor se traslada a la oficinas y se contabiliza el rendimiento y la eficacia de cada trabajador, en fin, se introduce la racionalización y la separación de funciones de planificación y dirección de las de ejecución, perfectamente reflejado en la película a través de una estructura jerárquica organizativa separada físicamente en pisos y por una cultura organizativa bastante fuerte.

Primera crítica. Pero más que en los cambios  el director se enfoca sobre todo en las relaciones humanas, o mejor dicho, en la forma en las que éstas pueden desembocar en una sociedad en la que el estrés, la preocupación por el trabajo y la individualización cobran total protagonismo. La conciencia colectiva común, el arraigo al grupo, la cohesión social se diluye y la mentalidad individualista hace su aparición. El individuo busca su propia felicidad y se da cuenta de que puede dominar su propia vida y su conciencia colectiva va debilitándose. La crítica a la deshumanización de las personas en esta película pone de manifiesto y nos hace ver que la sociedad ha tomado un rumbo que quizá se tendría que replantear o que si ese es el camino que se va a tomar, existen defectos y debilidades, deformaciones de las relaciones sociales, del colectivo, que pueden desembocar y de hecho ya ha ocurrido en acontecimientos tan terribles como el Holocausto.

Pero la película no es ni mucho menos un drama de cine negro o de pura denuncia social. También muestra sus rayitos de esperanza, de humanidad, que disuaden de la desesperación y la ansiedad que en algunos momentos puede sentir el espectador al verla. La balanza se vuelca desde un principio a favor del personaje  C.C. Buxter (Jack Lemmon), objeto de presión y personaje que vive continuamente entre la espada y la pared, poniéndolo a prueba y apretándole las clavijas para ver hasta dónde está dispuesto a llegar para tener un buen puesto de trabajo. Buxter está continuamente prostituyéndose a sus jefes que lo utilizan a su antojo, dando sin recibir nada a cambio, sin que se le valore todo el esfuerzo que realiza y aún así es una persona que siempre tiene una sonrisa en la cara, que es capaz de ver el lado bueno de las personas y que siempre está dispuesto a ayudar y a sacrificarse por los demás. Es todo lo contrario de lo que he dicho en el párrafo anterior; es el contrapunto de toda la película y lleva casi todo el peso de la película él, ayudado en parte por  la dulce Fran Kubelik (Shirley MacLaine), que personalmente es uno de los personajes que más me ha gustado de todas las películas que he visto. Quizá sea por esa cara de niña y ese romanticismo que invade todas y cada una de las frases que dice, de sus andares a paso rápido y seguro o la forma de quitarse los guantes que tiene, pero lo cierto es que me he sentido muy identificada con ella en toda la película.

Los guiones están llenos de geniales conversaciones, de un humor puro, simple y a la vez genuino que provoca un equilibrio perfecto en el guión y en las relaciones entre los personajes.

La película es una crítica llena de humanismo, de un afán por recuperar la calidez de lo humano y una crítica a la emergente individualización y burocratización, al hombre-masa. Es una película agridulce, pero sobre todo dulce. Termino con la conversación final que me ha parecido “de película” (nunca mejor dicho):

-          "¿Me oye señorita Kubelik? Estoy locamente enamorado de usted."
-          "No digas más y juegue". 

martes, 3 de agosto de 2010

Panorama estival


El otro día estuve leyendo un artículo en la revista dominical de El País con el que me sentí muy identificada. Se trataba de un artículo muy veraniego de Maruja Torres titulado “Mens sana in córpore susana”. Trataba de los cuerpos que una se puede detener a mirar en la playa, la panorámica más común en esta época de verano. El físico, lo más tangible, lo más visible de las personas se destapa durante unos meses y nos exponemos a los demás y al mundo entero: a la playa, a la arena, al mar y su brisa, a las gaviotas y a sol que nos achicharra. Estoy de acuerdo con ella en el sentido de que el cuerpo no es solo cuerpo, no es solo lo que se ve, no es solo gordura o delgadez, curvas o pelos.

 En esta época resulta especialmente dulce y relajante sentarte en la playa, a ser posible en un momento y en un día en el que la playa no se colapse de gente, mirar al mar, ver cómo está hoy de ánimo, si os podéis comunicar bien, acariciar por un momento la arena, pasar tus dedos sobre los minúsculos granitos que rodean tu toalla, y mirarte los pies completamente liberados de sandalias y zapatos que lo único que saben hacer en estos días de calor es provocarte rozaduras y ampollas y quitarte toda la ropa sobrante hasta quedarte en bikini y tumbarte, cerrar los ojos y aspirar…. Sentir que tu cuerpo está contigo y que no hay nadie más. Pasarte un poco la mano sobre la barriguita, ese pequeño movimiento que produce a veces tanto placer y olvidarte del mundo y de todos, de que estás sol@ y que nadie puede invadir tu mundo ahora, solo puede entrar el murmullo de las olas que rompen en la orilla con la vagueza típica de esos días. Y ahí es cuando comienzas a quererte un poquito más.