lunes, 7 de noviembre de 2011

Realidad trágica


Ando por la calle, me siento en las terrazas de los bares a tomar algunas tapas con mis amistades, echo un vistazo rápido afuera de la tienda donde compro la verdura… La multiplicación exponencial de personas que piden dinero, que buscan sobrevivir, es un fenómeno real y triste. 

Hace algunos años, concretamente antes de la crisis, recuerdo que al igual que ahora, de vez en cuando se acercaba alguien a pedirte dinero, encontrabas mendigos en las calles, gente sin hogar, personas sin recursos. Pero desde entonces hasta ahora la cantidad de personas en esa situación es impresionante, la calle se llena cada vez más de infraclase, proletario casi en un sentido clásico de la palabra, y excluidos sociales. Es algo explícito y directo. Uno no puede hacer frente a las personas que desfilan delante de los ojos pidiéndote que contribuyas, con lo que sea, con unos cuantos euros, a aumentar su deterioro social y económico. La necesidad agudiza el ingenio, los argumentos se diversifican, sin perder su matiz trágico, la ciudad se convierte en un escenario donde se representa continuamente una obra trágica.

No puedes dar dinero a todo el mundo, son demasiadas cabezas que alimentar, pero cuando una persona se te acerca explicándote su situación para tocarte la fibra sensible y pedirte unas cuantas monedas (incluso comida me han llegado a pedir por la calle), ten por seguro que es porque no le queda otra, porque no tiene a donde ir.

Te pregunto Estado, ¿es esta la sociedad que quieres tener? Os pregunto políticos, ¿es esta vuestra ciudadanía votante a la que podéis comprar?